Sé que soy orgullosa, que muchas veces me trago las cosas que debería decir en su momento, que otras muchas no digo lo que siento por no herir a los demás pero lo único que consigo es herirme a mi misma y después viene uno de esos instantes, de los que te arrepientes por mucho tiempo, en los que explotas y dices todo lo que llevabas dentro haciendo más daño del que habrías causado de haberlo dicho todo a su tiempo. También hay cosas que nunca llegarás a confesar, secretos que jamás revelarás y sentimientos que nunca mostrarás, puede que sea también culpa del orgullo o puede que sea culpa del miedo, miedo a que la respuesta que causemos en el otro no sea la que esperamos, miedo a que digamos algo de lo que luego nos arrepentimos, o simplemente miedo a arriesgar. Hay veces en las que tienes algo y lo pierdes, eres consciente de que ya no te pertenece y aún así tienes miedo, puede que a que llegue el día en el que sientas que aquello que perdiste nunca existió, a olvidar, a sentir un vacío devastador en tu pecho que no te deje respirar...
Puede que ese sea el error que todos cometemos: no sabemos aprovechar el momento, disfrutarlo mientras dure y dejarlo marchar cuando se acaba. Nos aferramos a esa felicidad y no sabemos buscarla de nuevo en otras cosas que nos hagan felices de nuevo
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